miércoles, 6 de agosto de 2008

Batalla de Queronea (86 a. C.)

La Batalla de Queronea del año 86 a. C. tuvo lugar en las cercanías de Queronea, en Beocia, durante la Primera Guerra Mitridática entre la República Romana y el rey Mitrídates VI del Reino del Ponto. Las fuerzas romanas de Lucio Cornelio Sila derrotaron al ejército del Ponto, al mando de Arquelao.

La batalla se describe en dos textos antiguos, aunque los acontecimientos varían entre ellos. Las descripción de la batalla aparece en las Guerras Mitridáticas de Apiano, Libro 6, a la vez que en la Vida de Sila de Plutarco, capítulos 17-19.

Sila no perdió el tiempo y ocupó una colina llamada Filoboeto, que nacía en las estribaciones del monte Parnaso. Desde allí dominaba la llanura de Elatea y disponía de madera y agua en abundancia. El ejército de Arquelao, comandado realmente por Taxiles debía avanzar desde el norte por un valle hasta Queronea. Con 110.000 hombres y 90 carros de guerra, triplicaba, como mínimo, a los efectivos silanos. Arquelao era partidario de desgastar lentamente a los romanos, pero Taxiles tenía órdenes de Mitrídates para atacar inmediatamente. Entretanto, Sila empleo a sus hombres en la excavación de una serie de trincheras para proteger sus flancos contra posibles maniobras y levantar empalizadas en el frente. A continuación ocupó la ciudad en ruinas de Parapotamos, una posición inexpugnable que dominaba los vados de la calzada que conducía a Queronea. Entonces fingió una retirada, abandonando los vados y se atrincheró en la empalizada y las trincheras. Tras éstas estaba preparada la artillería de campaña que ya había sido empleada en el asedio de Atenas. Arquelao avanzó a través de los vados y trató de flanquear a las fuerzas silanas con su caballería, pero sólo logró ser rechazado por las legiones formadas en cuadro y sumir el ala derecha de su ejército en la confusión. Los carros de Arquelao cargaron contra el centro romano y se hicieron añicos contra las trincheras romanas. Entonces, los caballos liberados de sus bridas y enloquecidos por las flechas y jabalinas, retrocedieron a través de las falangras griegas creando más confusión. Éstas cargaron, pero tampoco pudieron superar las defensas romanas y sufrieron fuertes bajas bajo el fuego de la artillería romana.

En vista del fracaso, Arquelao trató de lanzar su ala derecha contra la desprotegida izquierda romana. Sila, apercibiéndose de la peligrosa maniobra, corrió en auxilio de sus hombres desde el flanco derecho. Sila resistió los asaltos pontideos, hasta que Arquelao decidió traer más tropas desde su ala derecha. Esto desestabilizó la línea de combate póntica y debilitó su flanco derecho. Sila retornó a su ala derecha y ordenó avanzar a todas sus fuerzas. Con el apoyo de la caballería, las legiones de Sila hicieron añicos a las fuerzas de Arquelao. La matanza fue terrible, y según algunas fuentes sólo sobrevivieron 10.000 soldados de Mitrídates.

domingo, 3 de agosto de 2008

Yugurta


Yugurta (160-106 a. C.), fue rey de Numidia entre los años 116 a. C. y 106 a. C.

Tras la muerte de Masinisa en 148 a. C., fue sucedido por su hijo Micipsa. Por entonces su sobrino Yugurta era tan popular, que Micipsa se vio obligado a enviarle a Hispania,estancia que éste aprovechó para establecer contactos con romanos influyentes. Allí comprendió la debilidad de los romanos para el soborno, lo que aprovechó en el futuro. Participó con Escipión Emiliano en el asedio de Numancia en la tercera guerra celtíbera.

Cuando murió Micipsa en 118 a. C., el reino se dividió entre sus dos hijos (Aderbal e Hiempsal) y su sobrino Yugurta. Inmediatamente, Yugurta se enfrentó con Hiempsal y le asesinó. A continuación se enfrentó con Aderbal, que resultó vencido y huyó a Roma para pedir ayuda. Los oficiales romanos, probablemente sobornados, o quizá por el deseo de terminar rápidamente con el problema, dividieron Numidia en dos partes, el este para Aderbal, y el oeste para Yugurta.

Yugurta no quedó satisfecho, y en el año 113 a. C., invadió Cirta, capital de Aderbal, incurriendo en la cólera de Roma, al resultar muertos varios comerciantes itálicos allí asentados, además del propio Aderbal. Roma se vio obligada a intervenir en 111 a. C., en una breve campaña mandada por el cónsul Lucio Calpurnio Bestia. Yugurta se rindió, pero obtuvo una paz muy favorable, sospechosa una vez de más de haber sido conseguida con sobornos. Como consecuencia, Cayo Memmio, tribuno de la Plebe, promovió una investigación, solicitando la presencia del propio Yugurta, pero fue vetado por otro tribuno sobornado, Cayo Bebio. Yugurta tuvo que ir a Roma, pero no llegó a declarar.

Reanudada la guerra, Roma envió al cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico, que se enredó en una campaña interminable durante cinco años (111 a. C.-106 a. C.). Impaciente por el curso de la guerra, su lugarteniente Cayo Mario volvió a Roma para buscar el consulado, y una vez logrado, volvió y tomó la dirección de las operaciones. Tras una serie de victorias importantes, Cayo Mario, se granjeó la amistad de Bomílcar, el hermano de la madre de Yugurta y principal lugarteniente del rey númída, encoméndandole la misión de deponer a Yugurta, pero se descubrió la trama y Yugurta, lo ejecutó cuando éste se dedicaba a provocar descontentos entre su guardia.

Mario envió entonces a su legado Lucio Cornelio Sila a Mauritania para privar de apoyos a Yugurta. Sila logró el apoyo de Boco I, y la captura de Yugurta, que fue envíado a Roma cargado de cadenas y ejecutado en 104 a. C.

viernes, 4 de julio de 2008

Vercellae

La batalla de Vercelae, también conocida como la batalla de la planicie de Raudine, tuvo lugar en el año 101 a. C. y en ella se enfrentaron la antigua república romana, dirigida por el cónsul Cayo Mario y una gran fuerza de invasión de la tribu germánica de los cimbrios, cerca del asentamiento de Vercelae, en la Galia Cisalpina.
Los cimbrios fueron virtualmente barridos, con más de 140.000 muertos y 60.000 capturados, incluyendo un gran número de mujeres y niños. También se ha dado gran parte del mérito de esta victoria al entonces legado de Quinto Lutacio Catulo César, Lucio Cornelio Sila, que dirigió la caballería romana e italiana.

Theodor Mommsen cuenta:

Los dos ejércitos se encontraron en Vercelae, no muy lejos de la union del río Sesia con el Po, justo donde Aníbal luchó por primera vez en suelo italiano. Los cimbrios deseaban la batalla, y de acuerdo con sus costumbres, enviaron un mensajero para establecer la fecha y lugar del combate. Mario les satisfizo y escogió como fecha el día siguiente, 30 de Julio del 653 (101 a. C.), y la llanura de Raudine, como escenario. Esta planicie permitíría a los romanos aprovechar todo el potencial de su caballería. Allí cayeron sobre el enemigo, que a pesar de que los esperaba, fueron cogidos por sorpresa; ya que la densa niebla mañanera impidió a la caballería cimbria ver cómo la caballería romana, más fuerte, se aproximaba a ellos para luchar cuerpo a cuerpo, siendo empujado todo el ejército cimbrio hacia las posiciones de los legionarios romanos, que ya estaban en formación de combate. Boiorix cargaba una y otra vez contra el muro de escudos romano, pero éstos aguantaban la embestida y apuñalaban con sus gladios los desprotegidos cuellos y muslos germanos, tal y como Mario los había enseñado. Los romanos consiguieron una victoria completa con leves pérdidas, siendo totalmente aniquilados los cimbrios, que veían impensable el retirarse.
Aquellos que perdieron la vida durante el combate, la mayoría, incluído el valiente rey Boiorix, podrían considerarse afortunados; más afortunados al menos que aquellos que tuvieron que hacerlo con sus propias manos, o que los que fueron esclavizados y vendidos en el mercado romano, aguantando las represalias por haberse atrevido a tal osadía. Los Tigorini, que habían quedado esperando el resultado de la batalla tras el paso de los Alpes, volvieron a su tierra natal. La avalancha humana, que durante trece años había alarmado a todas las naciones desde el Danubio al Ebro, y del Sena al Po, yacían bajo tierra o trabajaban bajo el yugo de la esclavitud; las vanas esperanzas de las migraciones alemanas habían terminado en derrota; los cimbrios y sus camaradas desaparecieron.


Theodor Mommsen,"Historia de Roma"

viernes, 30 de mayo de 2008

Cayo Mario el joven

Conocido también como Mario el joven (110 a. C./108 a. C. - 82 a. C.), fue un político y general romano, hijo de Cayo Mario.

Mario nació en Roma entre los años 110 y 108 a. C. Fue sobrino e hijo adoptivo de Cayo Mario y de Julia, tía por parte de padre de Julio César.

En sus primeros años, Mario fue educado con Tito Pomponio Ático y Marco Tulio Cicerón, a cargo de tutores griegos. Como su padre, Mario buscó su apoyo político a través de los plebeyos, y mediante políticas reformistas de la facción de los populares. Cuando su padre murió en el año 86 a. C., y tras la muerte posterior de Lucio Cornelio Cinna, Mario obtuvo una situación de gran importancia dentro de la facción también como heredero de su padre. Se dice, sin embargo, que no tuvo ni el carisma ni la popularidad de su padre.

Durante su consulado en el año 82 a. C. se casó por motivos políticos con Mucia Tertia (futura esposa de Cneo Pompeyo Magno). Había sido elegido cónsul mucho antes de la edad legal y sin haber realizado el cursus honorum. Emprendió la lucha contra Lucio Cornelio Sila cuando éste volvió. Se parecía a Cayo Mario en la crueldad: asedió en armas la Curia e hizo una carnicería con sus enemigos cuyos cadáveres mandó tirar al Tíber. Fue derrotado en la fortaleza de Praeneste donde lo asediaba Quinto Lucrecio Ofella. Después de intentar huir por una alcantarilla y comprender que todas las salidas estaban cerradas, ordenó a Pontio Telesino que le degollara.

viernes, 9 de mayo de 2008

Lucio Cornelio Sila






Lucio Cornelio Sila (138-78 a.C.), general y político romano, dirigió a los optimates (partido aristocrático) durante la guerra civil que agitó a la República romana desde el 88 hasta el 82 a.C.

Nacido en una familia patricia, la gens Cornelia, Sila comenzó su carrera militar en el 107 a.C. como cuestor durante el consulado de Cayo Mario. Participó en la guerra de Yugurta (111-106 a.C.) en África y persuadió a Bocchus (Bocco) I, rey de Mauritania (reinó en 111-80 a.C.), de que entregara prisionero a su yerno Yugurta, rey de Numidia, al ejército romano. Este acto terminó con la guerra, pero también inició la enemistad con Mario, quien cada vez se sentía más celoso de su oficial subalterno. Sin embargo, Sila continuó al servicio de Mario hasta el 103 a.C., durante las campañas contra los cimbrios y teutones en Germania (104-101 a.C.). En el 93 a.C. fue pretor y al año siguiente propretor en Cilicia.

Sila fue nombrado cónsul después de su éxito durante la Guerra Social (90-88 a.C.), que tuvo lugar entre los romanos y sus aliados italianos del norte, quienes demandaban más privilegios. Ese mismo año (88 a.C.), Sila recibió del Senado el mando para combatir contra el rey del Ponto Mitrídates VI Eupátor. Mario, líder de los populares (partido de los plebeyos) y enemigo enconado de Sila, intentó destituirle de su mando provocando así la guerra civil. Después de la derrota de los partidarios de Mario y la huida de éste, Sila se dirigió a Asia Menor, donde derrotó a Mitrídates hacia el 85 a.C. después de vencerle en las batallas de Queronea y Orcómeno un año antes. Al regresar a Roma, después de reorganizar la provincia de Asia y saquear Grecia, aplastó al poderoso partido de los seguidores del ya fallecido Mario con la ayuda de Quinto Cecilio Metelo Pío y de Cneo Pompeyo. En el 82 a.C. se nombró dictador, adoptando el nombre de Félix (‘el Afortunado’), y condenó a muerte o al exilio a la mayoría de los que apoyaron a Mario. Sila instituyó una reforma constitucional completa que suponía la restauración del poder del Senado y la aristocracia, imponiendo controles estrictos sobre los tribunos y otros magistrados. Su organización del sistema de procedimiento criminal mediante el incremento del número de quaestiones perpetuae fue de especial importancia, pues se establecieron en Roma los primeros juzgados penales permanentes. Su reforma autoritaria, que separó las magistraturas civiles de las militares, convirtió su gobierno en algo que algunos historiadores han considerado como la primera administración imperial, aunque todavía dentro de las formas republicanas. En el 79 a.C. renunció a la dictadura y se retiró a Cumas, en Campania, donde murió un año más tarde.

El final de la guerra númida

La guerra que Mario había prometido ganar con celeridad duraría aún otros tres años, lo que parece demostrar que Metelo había actuado con honradez y con la única táctica posible, frente a un enemigo astuto y buen conocedor de las guerrillas, en un territorio por completo favorable a los númidas. Mario hubo de imitar la táctica de Metelo, deteniéndose en el asedio de las plazas fuertes, con las que Yugurta contaba para frenar el avance romano. Sometiendo al pillaje y destrucción el territorio enemigo, Mario avanzó, en una lenta marcha hacia el oeste, hasta los confines del reino númida con Mauritania, donde Yugurta, siempre escurridizo, iba siendo acorralado.

La aproximación del frente de lucha al reino de Mauritania indujo finalmente a su rey Bocco, suegro de Yugurta, a romper la neutralidad, que, tanto Metelo como Mario, habían penosamente conseguido, y prestar ayuda a su yerno. Cuando, tras su segundo año de campaña en África, a finales de 106, Mario se retiraba hacia sus cuarteles de invierno en el este, fue atacado y acorralado por las fuerzas conjuntas de los dos monarcas africanos.

Su cuestor en ese momento era Lucio Cornelio Sila, hijo de una familia patricia venida a menos. Si bien Mario no estaba al principio del todo contento por tener que aceptar al inexperto y afeminado Sila para ocupar un puesto de esa responsabilidad, dado que no tenía experiencia militar previa, éste demostró ser un competente y voluntarioso líder militar. Cuando en el año 105 adC se reanudaron los contactos con Bocco, rey de Mauritania y suegro de Yugurta, preocupado por el avance romano, Sila logró deshacer la coalición, apresurando a Bocco a solicitar la paz con los romanos. Tras laboriosas negociaciones, que ocuparon la mayor parte de 105, y en las que Bocco vacilaba en un doble juego con Yugurta y con los romanos, finalmente el cuestor logró convencer al rey mauritano para que atrajera a una trampa a su yerno, que cayó así finalmente en manos de Mario.

No se sabrá nunca con certeza a quién se debe atribuir el final de la guerra. Parece que no sería obra tanto del genio militar de Mario, como de la astucia y las artes diplomáticas de Sila pero, por otra parte, no sería lógico pensar que Sila actuase por su cuenta y riesgo, sino que seguía un plan predefinido por su comandante. Por ello, y dado que Mario era el comandante de Sila, el honor de la captura de Yugurta le pertenecía a él. Si bien eso no importaba en este momento, y ambos personajes salían ganando, más adelante Sila afirmaría que el mérito del fin de la guerra fue en exclusiva suyo. Mientras tanto, Mario era el héroe del momento, y pronto se requerirían sus servicios para otra emergencia.

Gracias a sus victorias en Numidia (norte de África) se ganó el apodo de "Zorro de Arpinum", última localidad lacial que consiguió adherirse a Roma.


Cimbrios y Teutones
La llegada de los Cimbrios a la Galia en el año 109 adC, durante la Guerra Cimbria, y la derrota sin paliativos de su compañero consular Marco Junio Silano llevó a un malestar creciente en las tribus célticas conquistadas recientemente en el sur de la Galia. En el año 107 adC, el cónsul Lucio Casio Longino fue derrotado por una tribu local y su oficial superviviente, Cayo Popilio Laenas (hijo del cónsul del mismo nombre del año 132 adC) había salvado lo posible tras el abandono de parte del equipamiento y tras la humillación de pasar bajo el yugo. Al año siguiente, otro cónsul, Quinto Servilio Cepio marchó a la Galia y capturó la ciudad de Tolosa (Toulouse), en donde capturó una enorme suma de dinero (el oro de Tolosa). Parte de ese dinero desapareció misteriosamente cuando se transportaba a Massilia (actual Marsella). Cepio fue prorrogado en el mando un año más y cuando uno de los cónsules, Cneo Malio Máximo, otro hombre nuevo entró a operar militarmente en el sur de la Galia. Él y el noble Cepio (que era incapaz de ponerse a las órdenes de un hombre nuevo, a pesar de que fuese un cónsul, debido a su linaje) fueron incapaces de cooperar.

Aparecieron entonces los Cimbrios y los Teutones, tribus germánicas en plena migración), y la falta de cooperación entre Cepio y Malio (mantuvieron sus fuerzas separadas y bastante distancia) ayudó a los germanos a rodear a Cepio y destruir el ejército de Malio. Como los romanos luchaban con el río a su espalda, la huida era imposible, y se dice que se contabilizaron 80.000 muertos. Esta gran derrota y la culpa aparente de la nobleza por su arrogancia fue la gota que colmó el vaso. Italia se encontraba a merced de la invasión de las hordas de bárbaros y el descontento popular con la oligarquía llegó a su máximo.

jueves, 8 de mayo de 2008

Cambio en las legiones

Si bien parece que tras acceder al tribunado de la plebe hubo una ruptura entre Mario y Metelo, dicha ruptura no fue del todo permanente, puesto que en el año 109 adC Metelo le tomó como legado en la campaña militar contra el rey Yugurta.

No sabemos en qué circunstancias el clan Metelo se reconcilió con Mario, ni si se trataba de un perdón sincero u obligado por las circunstancias; en todo caso, Mario, tras un año de propretura en la Hispania Ulterior, fue incorporado como lugarteniente al ejército africano de Metelo en su campaña contra el númida Yugurta. Con ello Metelo buscaba probablemente la gran experiencia de Mario como militar, mientras que Mario pretendía fortalecer su carrera política para acceder al consulado.

En el año 108 adC Mario pidió permiso a Metelo para dejar su puesto de legado e ir a Roma para optar a las elecciones para el consulado. Metelo no le dio el permiso, y le ofreció reconsiderarlo y optar a dicho puesto con su hijo, que en ese momento tenía 20 años (lo cual supone que no accedería al cargo hasta después de otros 20). Ante esta situación (Mario necesitaba el permiso de Metelo para abandonar su puesto), Mario pasó el verano congraciándose con las tropas, mediante la relajación de la disciplina, así como con los comerciantes italianos, sugiriendo que de estar él al mando podría lograr una victoria fácil y rápida en Numidia contra Yugurta. Ambos grupos escribieron a Roma, hablando muy bien de él y criticando las tácticas de Metelo, que basaba su estrategia en una lenta guerra de desgaste. Tras esto Metelo decidió ceder y dejarle ir, ante el perjuicio que le causaría seguir manteniéndole como subordinado.

Mario volvió a Roma y se presentó al consulado, siendo elegido en el año 107 adC. No es de extrañar su elección teniendo en cuenta que recientemente los ciudadanos habían presenciado varias debacles militares provocadas por la incompetencia de ciertos miembros de la aristocracia, así como varias acusaciones de corrupción. Mario se presentaba como una alternativa: el virtuoso hombre nuevo, que con tanto trabajo había llegado hasta donde estaba.

El Senado, por su parte, decidió que entre las provincias consulares a repartir entre los cónsules de ese año no estaría Numidia y la guerra contra Yugurta, y prorrogó a Metelo en el mando. Mario se defendió utilizando una técnica para desviar la decisión a la Asamblea de Ciudadanos, en lugar del Senado, dado que ahí contaba con mucho más apoyo. Esta técnica ya se había usado en el 131 adC, cuando un tribuno había presentado una ley para autorizar a la Asamblea a elegir un comandante (al parecer también existía un precedente de la Segunda Guerra Púnica).

Mario presentó una ley similar, y las asambleas le votaron como comandante tras esta elección especial. Metelo, por su parte, tuvo que volver, pero el Senado le concedió en contraprestación el título de Numídico (conquistador de Numidia).

Las legiones formadas por hacendados sufrieron una serie de graves derrotas, en gran parte debidas a la incapacidad de dirección de los aristócratas romanos, por lo que causaron un gran número de bajas en sus filas. Mario, que necesitaba más tropas, tuvo que recurrir a métodos no convencionales, y posiblemente ni siquiera se dio cuenta de las consecuencias futuras que traerían sus reformas.

Después de las reformas agrarias de los Graco, se había asentado el tradicional reclutamiento romano, que excluía del servicio a aquellos que no tuviesen propiedades suficientes para entrar en el censo de la quinta clase. Parece ser que se redujo el requisito para formar parte de la quinta clase de 11.000 a 3.000 sestercios de propiedad, y que incluso en el año 109 adC los cónsules habían aprobado una suspensión de estas restricciones. En el año 107 adC Mario decidió ignorar la cualificación del censo completamente, y comenzó a reclutar a hombres libres sin ninguna propiedad. A estos hombres se les asignaba una paga (la soldada), mediante la cual pagarían a plazos el equipamiento militar que les aportaba el estado. Desde ese momento los ejércitos romanos pasarían a estar formados en su mayoría por ciudadanos pobres del capiti censi o censo por cabezas, cuyo futuro tras el servicio pasaría a depender principalmente de que su general lograse distribuir tierras a sus veteranos.

Por ello, los soldados comenzaron a tener un gran interés personal en las disputas entre su general y el Senado. Si bien Mario no reparó en dicho potencial, en menos de dos décadas su ex-cuestor, Sila lo acabaría usando contra el Senado y contra el propio Mario.

El cambio también supuso el comienzo de la profesionalización del ejército (que terminaría en época del Imperio). Los soldados comenzaron a recibir una paga y su manutención y equipación la proveía el estado.

El hecho de concederle a los más desfavorecidos la posibilidad de alistarse en las legiones romanas le trajo más de un enfrentamiento en el Senado. Estos nuevos legionarios eran analfabetos y por tanto no sabían desenvolverse dentro del campo de batalla igual que los anteriores soldados propietarios. Por este motivo, Mario ideó un símbolo el cual debían seguir todos hasta su último suspiro. Este símbolo era el águila, estandarte que de aquí en adelante sería símbolo de las legiones romanas.